SENDERO CAMINO DEL CARPIO




Características del sendero:

  • Longitud: 8.5 Km (ida y vuelta)
  • Duración aproximada: 2,5 horas.
  • Dificultad: media.
  • Recorrido: lineal.
  • Época recomendada: durante todo el año.
  • Consejos: llevar ropa y calzado adecuado, así como cámara de fotos si se desea.
  • A destacar por estaciones del año:
o Verano: observación de anfibios en pozas permanentes, canto de insectos, labores típicas del olivar.
o   Otoño: observar contrastes de colores de la vegetación.
o Invierno: torrentes de agua, herpetofauna, observación de aves invernantes y recolección de la aceituna.
o  Primavera: insectos, escuchar cantos de aves, disfrutar olores de la vegetación, gran colorido.


     Esta ruta  comienza en  la Iglesia de San Andrés  Apóstol ,   continua por la Calle del Niño del Museo, hasta llegar a la carretera A-421, que une Adamuz con Villafranca. Cruzamos y continuamos por ésta hasta el comienzo del sendero.

     Este sendero discurre, en la primera parte del trayecto, paralelo al arroyo Concejo. En los márgenes del cauce del río la vegetación se dispone en bandas paralelas en función de las necesidades de humedad y resistencia a los desbordamientos  del río. La vegetación de esta zona está formada por árboles de la familia de las salicáceas, como son el álamo negro o chopo (Populus nigra) y  el álamo blanco (Populus alba), acompañados por matorral ripario como adelfa (Nerium oleander),  inmensos cañaverales (Arundo donax), y lianas como la zarzamora  (Rubus  ulmifolius) y  zarzaparrilla o zarza morisca (Smilax aspera).

     A lo largo de nuestro camino encontramos numerosas chumberas y  algunos pinos y eucaliptos , especies  introducidas que llegan a asilvestrarse y a adaptarse totalmente a nuestro suelo y a nuestro clima. Apreciamos algunos árboles frutales como la higuera (Ficus carica), el membrillo (Cydonia oblonga) y el granado (Punica granatum). Destacan algunos pies de encina dispersos, que dan lugar  a retazos de monte alto representado por el lentisco (Pistacia lentiscus) y la coscoja (Quercus coccifera). También cabe destacar la presencia de olivos centenarios. El olivar, a pesar de ser un ecosistema artificial, no deja de ser riquísimo, viviendo en él numerosas especies.  En sus viejos troncos encuentran refugio numerosas aves,  mamíferos y reptiles. Dentro de la fauna encontramos mamíferos como: lirón careto (Eliomys quercinus) meloncillo (Herpestes ichneumon), jineta (Genetta genetta), conejos (Oryctolagus cuniculus) y liebres (Lepus granatensis).

   En  el margen izquierdo del sendero se aprecia la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Adamuz, dedicada a depurar las aguas negras residuales de origen urbano para devolverla en óptimas condiciones al medio natural.

     Tras abandonar la EDAR, seguimos el camino y cruzamos el arroyo Concejo, dejando atrás espesos cañaverales, refugio de numerosas aves insectívoras y de la fauna acuática compuesta por anfibios como la rana común (Pelophylax perezi), sapo común (Bufo bufo) y reptiles como la culebra viperina (Natrix maura); también se pueden ver insectos como barqueros (Notonecta glauca), zapateros (Gerris lacustris) o libélulas (Gomphus vulgatissimus), tanto en su estado adulto como larvario. 

     Comenzamos a subir una vía de tierra en la que podemos ver algunas encinas (Quercus ilex subsp. ballota) centenarias, que bordean nuestro camino junto con higueras (Ficus carica), zarzaparrillas (Smilax aspera), viñas silvestres (Vitis vinifera), etc. En ambos márgenes se pueden observar también los campos de olivos, que continuarán con nosotros durante parte del recorrido. También podemos observar en esta zona, sobre todo en los meses primaverales, algunas especies de gasterópodos como los caracoles (Helix pomatia).

A continuación, en la parte derecha de la vía, nos encontramos con unas enormes piedras de una cantera, en una zona donde debido a las lluvias, el terreno ha sido arrastrado; es por ello que las piedras se utilizan como barrera para evitar la pérdida del suelo.

Seguimos el camino sin perder de vista los olivos, entre aladiernos (Rhamnus alaternus), majuelos (Crataegus monogyna), almeces (Celtis australis), retamas (Retama sphaerocarpa), retamas locas (Osyris alba), jazmines silvestres (Jasminum fruticans), lentiscos (Pistacia lentiscus) y algunas pitas (Agave americana); todos ellos sirven de refugio a muchas aves  como los zorzales (Turdus philomelos), perdices (Alectoris rufa), codornices (Coturnix coturnix), carriceros (Acrocephalus scirpaceus), currucas (Sylvia sp.), urracas (Pica pica), grajillas (Corvus monedula), etc. y  a algunas clases de mamíferos como erizos (Erinaceus europaeus), conejos (Oryctolagus cuniculus), liebres (Lepus granatensis), ratoncillos (Mus musculus), lirones (Elyomis quercineus), meloncillos (Herpestes ichneumon), etc.

Durante el trayecto nos encontraremos con un cruce de caminos y debemos seguir el de la derecha, para, algunos metros más adelante, llegar a una zona donde éste se estrecha y se convierte en un sendero.

Tras encontrarnos con la señal que nos indica que el sendero finaliza en 2,9 Km., podemos visualizar a nuestra derecha un lugar muy interesante, ya que es un reducto de monte mediterráneo que conduce hacia el arroyo Tamujoso.

En esta zona, la vegetación observada hasta el momento sufre un pequeño cambio, para adentrarnos en un singular ecosistema, enclavado en un olivar, caracterizado por una serie de especies vegetales de hoja  perenne y muy resistentes a la sequia, llamado bosque esclerófilo, entre cuyos componentes más representativos se encuentran la encina, la jara y el lentisco. Este ecosistema es el faunísticamente más rico con el que contamos en el término; la abundancia de fitófagos, determinada por la gran cantidad de madrigueras y excrementos, es la clave que permite la existencia de un nutrido ejército de predadores, alados en la mayoría de los casos, como el águila perdicera (Hieraaetus fasciatus) o el busardo ratonero (Buteo buteo).

     Observamos en esta vaguada, una representación de la flora de este ecosistema, enriquecida con varias especies de orquídeas, como el hombre desnudo (Orchis italica) y la lútea (Ophrys lutea) entre otras. Además, las vistas son muy bellas, pudiendo ver en la lejanía desde colmenas hasta el mirador de Sierra Morena.

     Dejamos esta zona y continuamos el sendero por un camino que se estrecha, con afloramientos de piedra molinaza, dejando en el margen izquierdo una balsa de agua agrícola, que ya nos habrá delatado los cantos de los anfibios que la habitan, incluso antes de llegar a ella. El más común de ellos es la rana común (Pelophylax perezi).

Las formaciones vegetales que podemos apreciar a lo largo de este sendero son el nicho ecológico de multitud de aves, como los córvidos, con la urraca y el mojino , como más representativas. Además multitud de paseriformes (jilgueros, pardillos, pinzones...) alborotan con sus cantos e hiperactividad las ramas de los árboles próximas a nuestras cabezas, sobre todo a altas horas de la mañana o al atardecer.

Desde esta zona hacia delante, nos acompañará por ambos bordes la frondosidad de la vegetación, con especies como la retama (Retama sphaerocarpa), la jara blanca (Cistus albidus), la jara de hoja de salvia (Cistus salvifolius), el agracejo (Phillyrea latifolia), etc. Entre las especies de porte arbóreo, será la encina la más representativa, junto con el olivar a nuestro alrededor.

Es común encontrarnos en la superficie de las rocas que circunscriben el camino multitud de reptiles, en las horas del día donde el sol se hace más patente, debido a que estos animales son ectotermos y necesitan unas horas del sol para activar su circulación; entre los llamados escamosos, a saber, lagartos y serpientes, los más comunes son la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus), la lagartija colilarga (Psammodromus algirus) y el lagarto ocelado (Lacerta lepida), reptil de gran tamaño, amenazado, de unos colores muy vivos, que encuentra cobijo en estos lugares.

La gran variedad de orquídeas que aparecen en este sendero es digna de mencionar, ya que en tan solo unos 100 metros, podremos encontrarnos hasta 7 especies diferentes, dependiendo, eso sí, de lo avanzada que este la primavera. Cada una de ellas está especializada en la polinización por un tipo de insecto. Todas las orquídeas están protegidas, por lo que debemos abstenernos de cortarlas, pudiendo coleccionar en su lugar las mejores fotografías de éstas que seamos capaces de sacar.

     Proseguimos nuestro camino y nos encontramos en el margen derecho una zona donde la retama  se hace patente, de modo que casi exclusivamente es esta especie la que puebla el terreno. Es en esta zona se pueden vislumbrar las ruinas de un cortijo abandonado, entre las ya descritas retamas, recuerdo de aquellos tiempos en los que la vida rural se basaba en trabajar la tierra con tesón y aplomo.

     Continúa el sendero circundado por un muro de piedra colonizado pequeñas matas, como Teucrium capitatum y Micromeria graeca. Aderezado todo ello con ejemplares arbustivos de matorral noble como el lentisco, el agracejo y el labiérnago.

     El sendero nos emplaza en un mirador natural donde podemos contemplar una panorámica de la cuenca del Tamujoso, cuyo cauce recorre un itinerario serpenteante hasta su desembocadura en el río Guadalquivir, formando meandros entre los macizos cubiertos por muy diversas manchas de vegetación autóctona como el encinar, de repoblación como el pinar y los eucaliptos, de ribera como los olmos y de cultivo como el olivar. Observamos que parte de la vega del arroyo es aprovechada con fines ganaderos.

     Continuamos el sendero por un jaral de jara pringosa, para proseguir entre un aulagar en paralelo a la sinuosa carretera, a nuestra izquierda, y a una cerca cinegética, a nuestra derecha, para finalizar en una explanada circular desde donde se divisa la cima del Peñón del Jituero,  camuflado por una repoblación de eucaliptos con monte bajo y alto como jara, lentisco y coscoja, cortejo característico del encinar que existió aquí en tiempos pasados.

     Cabe destacar la invasión de líquenes y musgos que tapizan la cara norte de la roca, la cual está destinada a realizar diversas actividades deportivas de riesgo.

     Desde la cumbre distinguimos otras formaciones rocosas en la ladera de la montaña frontera, integradas en perfecta armonía con la vegetación circundante. El arroyo Tamujoso separa ambas laderas y atraviesa la carretera gracias a la construcción de un primer puente, llamado de la Bandera y de otro posterior, transitable en la actualidad.

     El peñón del Jituero es el sentimiento triunfante de escaldares, que pone un punto y final apoteósico a esta ruta, que por su mimetismo con el entorno que le rodea, es un camino de sensaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario