Sendero Mohino-Algallarín


Características del sendero
·         Longitud: 6,6 Km.
·         Duración aproximada: 1h y 30 minutos.
·         Dificultad: baja.
·         Recorrido: circular.
·         Época recomendada: durante todo el año.
·         Consejos: llevar ropa y calzado adecuado, así como cámara de fotos si se desea.
·         A destacar por estaciones del año:

o   Verano: observación de anfibios en pozas permanentes, canto de insectos, labores típicas del olivar.
o   Otoño: observar contrastes de colores de la vegetación.
o   Invierno: torrentes de agua, herpetofauna, observación de aves invernantes y recolección de la aceituna.
o   Primavera: insectos, escuchar cantos de aves, disfrutar olores de la vegetación, gran colorido.
L
a ruta tiene un recorrido circular y un trazado suave coincidiendo con el sendero de Gran Recorrido  GR-48 en su etapa de Adamuz-Montoro. La ruta pertenece al programa "Paisajes con Historia", llevado a cabo por la Delegación de Medio Ambiente y Promoción Agropecuaria de la Diputación de Córdoba. Esta iniciativa ha supuesto la creación y señalización de diez rutas, con interés naturalístico, histórico, paisajístico y etnográfico, en distintos municipios de la provincia de Córdoba. La que nos atañe es una de las más bellas. Comienza junto a la carretera CO-3102, cerca del arroyo del Caño, en un camino que aparece a la izquierda y que discurre entre olivares y encinas con muretes de piedra tradicionales a ambos lados.
Comenzamos el sendero ascendiendo levemente por una vereda que nos llevará a adentrarnos en una senda conocida como el “Camino de la Batanera”, tramo de aproximadamente 1 Km de longitud. Esta senda en la antigüedad era usada para el transporte de mercancías, en la actualidad se conservan los muros o cercado de piedra que lo circunscriben. Al otro lado de este muro, en el margen derecho, veremos una magnifica dehesa, cuyos habitantes centenarios nos acompañaran durante este primer tramo del sendero.
La frondosidad de la senda se hace patente justo al internarnos en ella, ya en los primeros metros la vegetación nos abstraerán del olivar que nos rodea, ya que gracias a reductos de vida como éste podemos disfrutar de la naturaleza, mientras paseamos observando los diversos puntos de interés que nos iremos encontrando.
El terreno rojizo bajo nuestros pies nos indica que en esta parte la piedra molinaza tiene una gran importancia, ya que su disgregación envolverá nuestro calzado durante varias partes del recorrido.


La importancia de la dehesa en esta zona es su aprovechamiento agrosilvopastoral, ya que sus distintos usos tanto ganaderos como pascícolas generan beneficios en la zona, además sus grandes troncos sirven de refugio a gran número de seres vivos entre los que se pueden destacar las rapaces nocturnas estrígidas. Estas aves abarcan diferentes tamaños, una de las más pequeñas sería el autillo, pasando por el mochuelo, el cárabo, el búho real y la lechuza entre otros. Esta última suele usar los troncos huecos de estos árboles para criar a su progenie.
Continuando con el sendero cruzaremos el “arroyo de la Mina”, el primero que nos encontramos. En esta zona la vegetación serpentea siguiendo el curso de este arroyo temporal. En cuanto a la avifauna, la riqueza de pequeños  paseriformes la encontramos en la diversidad de notas sonoras de nuestro alrededor.
Antes de incorporarnos al  “Camino de las Veredas” dejaremos atrás unas canteras de piedra molinaza,  muy utilizada en la zona como material constructivo. En estas canteras los bloques de piedra rectangular de grandes dimensiones llamaran notablemente nuestra atención, ya que su tamaño y su color tan llamativo contrastan con la dehesa que nos acompañaba durante el recorrido.
Pocos metros delante de la cantera, continuando por nuestra estrecha senda, nos encontramos con otro arroyo, recibe el nombre de “arroyo de las Minas”. En este curso de agua es de destacar el gran tamaño de las rosáceas alcanzado en esta zona, ya que las zarzas (Rubus ulmifolius), no suelen adoptar este porte tan globoso y frondoso. Además en esta zona la presencia de lentisco (Pistacia lentiscus) se hace patente, ya que esta especie es muy abundante como matorral noble del encinar, indicándonos que hace muchos años un espeso encinar característico de Sierra Morena poblaba la zona.
El cercado que nos acompaña en ocasiones se encuentra circunscrito por numerosos almeces. En época otoñal podremos degustar sus sabrosos frutos, las conocidas “almecinas”. Estas bayas de color negro-azulado cuando están maduras tienen un sabor dulce y carnoso.
Llegamos a una bifurcación con un carril, esta pista más ancha nos lleva, también entre olivares hacia el río Guadalquivir cruzando la carretera CO-3102 y llegando hasta el cruce con el “Camino de Algallarín”. Las zarzas colonizan por esta zona varios ejemplares de gran tamaño de encina, se puede observar como esta rosácea adopta la forma globosa de la gran quercínea para derramarse por los flancos de esta.
Cuando conectamos con la carretera, el itinerario prosigue y nuestra pista terriza de color anaranjado pasa a tonos grisáceos por la desaparición paulatina de la piedra molinaza que nos ha acompañaba en uno u otro modo a lo largo del camino recorrido.
En el transcurso de nuestro sendero nos encontramos con multitud de viviendas rurales, y poco a poco, nuestro paisaje va cambiando y se viste de un mosaico simétrico de olivar.
 Es este nuevo ecosistema  podemos observar las diferentes y variadas especies de animalillos que lo pueblan, como el mochuelo (Athene noctua), el autillo (Otus scops), la urraca (Pica pica) y el mojino (Cyanopica cyana). Se podrían destacar en cuanto a mamíferos infinidad de ellos, nombraremos los más conocidos, el conejo (Oryctolagus cuniculus), el meloncillo (Herpestes ichneumon) y la liebre (Lepus granatensis).
Se observan claramente en las lindes las madrigueras excavadas, que los conejos hacen para el apareamiento  y la posterior crianza de los gazapos engendrados.
 En ambos márgenes y durante todo el recorrido se pueden observar matorrales de vegetación típica de Adamuz, como son la aulaga, el jaguarzo, etc.
A la izquierda y por primera vez en todo nuestro trayecto observamos toda una población de chumberas (Opuntia sp.) también conocidas popularmente como nopales o tunas, todas autóctonas del continente americano, donde crecen de forma silvestre. Fueron introducidas en Europa por los conquistadores y se naturalizaron fácilmente en la región mediterránea. Sus frutos comestibles conocidos como higos chumbos y son populares por su dulzor en varias regiones, como por ejemplo Andalucía, el Levante español, etc
A pocos metros nuestra senda se encuentra bordeada de un gigantesco seto de encinas acompañadas de matorral noble, lentisco y coscoja, el cual nos hace que no nos olvidemos de la flora característica de otras zonas limítrofes de Adamuz.
 Seguidamente en la bajada que tenemos un poco más pronunciada y tras ver el depósito de agua  de forma circular, que antiguamente facilitaba el riego en la zona obteniendo el agua del rio Guadalquivir, nos detenemos para observar la impresionante dehesa que se encuentra en el margen izquierdo de nuestro camino.
En el descenso nos paramos para observar la alameda que a lo lejos se ve de álamo blanco (Populus alba). Recibe el nombre latino de Populus por ser abundante; el término alba se refiere al color blanco de la cara inferior de las hojas. Es un árbol caducifolio corpulento de forma redondeada y rápido crecimiento, de hasta 30m. de altura y 1m. de diámetro, de grueso tronco.  Esta alameda se encuentra  junto al arroyo de los Mazos.
Podremos ver en esta zona el vuelo entrecortado de la oropéndola, (Oriolus oriolus), ave que habita en bosques caducifolios, especialmente en las choperas de los valles fluviales, ya que le gusta la proximidad del agua. Los machos poseen una coloración amarilla en sus plumas bastante llamativa, al contrario que la hembra, que tiene una librea mucho menos vistosa, de tono general verdoso, que le ayuda a camuflarse perfectamente entre la densa vegetación en que se mueve.
Tras pasar el depósito de agua a nuestra izquierda vemos ejemplares de taraje silvestre y tamujo, cuya descripción exacta sería la de pequeños arbustos muy abundantes en riberas de ríos y zonas pantanosas que se caracterizan por su aspecto ligero y plumoso.
Seguidamente al margen derecho del sendero vemos una planta herbácea que anteriormente no nos habíamos encontrado “el hinojo” (Foeniculum vulgare), que es una hierba perenne, posee hojas de color verde intenso y sumamente aromáticas, cuyos usos son varios, entre los que podemos destacar como hierba aromática en cocina, con propiedades diuréticas en medicina, etc.A la izquierda se ve ya de cerca la alameda  que describíamos anteriormente.
A continuación también observamos zonas en las que se conjugan todas las variedades de jaras (Cistus), especie característica que forma parte de la flora de Adamuz, excepto la jara pringosa (Cistus ladanifer), que en los meses de primavera y al florecer se muestran como un gran estallido de colores blancos mezclados con violetas... formando un mosaico de gran belleza que nos encontraremos en nuestro caminar.
Más adelante nos encontramos con un conjunto de olivos centenarios, de especial mención por sus grandes dimensiones y diversas formas que ha ido adoptando con el paso del tiempo. Vemos unas balizas por esta parte del sendero, lo que nos indica que coincide con un tramo del sendero de gran recorrido GR 48 a su paso por el término municipal de Adamuz-Algallarín.
Es fácil en las menudas plantaciones de olivar intensivo observar las bandadas de perdices, éstas se caracterizan por tener el cuerpo algo grueso, cola corta y el pico corto, adaptado a la recogida de semillas, tienen alas redondeadas y poderosos músculos pectorales que permiten los explosivos despegues que realizan para huir de los depredadores, prefieren correr, y solo vuelan distancias cortas, con sus saltitos nos amenizan nuestro paso por dicho paisaje olivarero.
En los meses otoñales se vislumbra el rebrote, a ambos márgenes de nuestro camino, de la coscoja junto a encinas, todas ellas de gran porte. Unos metros más adelante observamos en peral silvestre (Pyrus bourgaeana), único ejemplar encontrado en todo el sendero.
También podemos observar los cuervos (Corvus corax) rondando los olivares en busca de alguna carroña que les permita alimentarse. No nos podemos olvidar del pito Real (Picus viridis), ejemplar que también nos sorprenderá con su enorme tamaño, su plumaje llamativo y su vuelo ondulante.
Seguidamente y en una bajada descubrimos un pequeño reducto de agua permanente proveniente de algún arroyuelo cercano, junto a este nos detenemos para analizar las diferentes matas de plantas que nos encontramos como por ejemplo la de poleo, menta burro, etc. todas ellas con algún poder curativo o al menos apaciguador de dolencias múltiples.
Ya casi en el último tramo de nuestro recorrido dejamos atrás el paisaje que nos ha ido acompañando en esta segunda parte del sendero,  para pasar de nuevo a otro característico de la zona que es el de encinares de portes inmensos,  hasta llegar a la carretera donde finaliza dicho sendero.



POEMA SOBRE EL OLIVAR (Antonio Machado)
Los olivos
¡Viejos olivos sedientos, bajo el claro sol del día, olivares polvorientos, del campo de Andalucía!,…….. 

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