FALLO DEL I CONCURSO DE MICRORRELATOS
“EL HOMBRE Y LA NATURALEZA ”
Que reunidas las distintas actas del jurado, compuesto por personas del mundo cultural y educativo de esta localidad y dado en Adamuz, a 31 de octubre del 2011, y en relación, sobre los microrrelatos presentados a concurso, resulta como ganadores del mismo los siguientes trabajos:
MODALIDAD JOVEN
Primer Premio
NEGROS RECUERDOS
Autor: Marta Bordón Martínez
(Sevilla)
Pseudónimo: Saphira
Finalista
OLAS DE SANGRE
Autor: Marta Bordón Martínez
(Sevilla)
Pseudónimo: Saphira
MODALIDAD ADULTA
Primer premio:
OPERACIÓN RENOVE
Autor: Ernesto Ortega Garrido
MADRID
Pseudónimo: Veraneante
Finalista
CAZA SOSTENIBLE
Autor: Rafael R. Arroyo Nádales
MALAGA
Pseudónimo: Diego de Azevedo Márques
PRIMER PREMIO CATEGORÍA ADULTO
OPERACIÓN RENOVE
Autor: Ernesto Ortega Garrido
Madrid
Deberíamos intentar arreglarlo, porque se cae a pedazos y el día menos pensado se acaba el mundo. Lo primero sería tapar bien todos esos agujeros, restaurar la capa de ozono y ajustar el termostato de la temperatura, antes de que el Polo Norte se descongele y todo se encharque; después tendríamos que desinfectar las grandes ciudades, replantar los bosques, vaciar la mayoría de los ríos y descontaminar los mares y los océanos; también habría que reprogramar las mareas y comprobar el funcionamiento de los tifones, los volcanes, los terremotos, que se han descontrolado con el cambio climático, sin olvidarnos de clonar las especies protegidas para reajustar la cadena alimenticia. Demasiado trabajo y, además, aunque consigamos hacerlo, en un par de siglos volverían los problemas. Creo que después de 4.500 millones de años, a lo mejor debemos ir pensando en crear uno nuevo. A no ser, claro esta, que reconvirtamos al hombre en mono y empecemos de nuevo.
PRIMER PREMIO CATEGORIA JOVEN
NEGROS RECUERDOS
Autor: Marta Bordón Martínez
Valenciana de la Concepción (Sevilla)
Es duro volver aquí. Al bosque de mi niñez.
Es duro ver las flores carbonizadas, los árboles negros. Las risas que allí volaron extinguidas, evaporadas. El humo quema mis pulmones. Se mete en mis ojos, y me hace llorar. ¿O es la añoranza de lo que he perdido? Si no lo sé yo, ¿Quién lo sabrá? Me agarro a la mano de mi padre. Me siento pequeña mientras piso las hojas calcinadas, que crujen bajo mis pies. Echo de menos el color, pero allí no existe. Todo es negro y gris. Ébano y plomo. Hasta el cielo es de plata, tormentoso, doloroso. La débil lluvia arranca suspiros en el suelo alfombrado de plantas chamuscadas. Silbidos ardientes, que nos rodean de una nube de vapor. Tropiezo con botellas de cristal derretido, mi mirada fulmina los restos de colillas aplastadas. El olor de un incendio y de la muerte me agobia. No puedo respirar. Los lamentos de los animales ahora muertos me envolvían, me rodeaban, me oprimía. Echo de menos el sonido de la vida.
No es lugar para una niña.
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